martes, 25 de marzo de 2025

El Juego De Los Falsos

 Hola a todos, soy Alberto Hidalgo y os doy la bienvenida a mi blog.

A comienzos de este mes rodé una nueva aventura.
Un cortometraje junto a mi queridísima Diana Caro, mi directora de cine favorita, una mujer maravillosa y con mucho talento.
Para esta aventura también conté con mi querida Ángela Tejedor, que me acompaña desde El Duro y con la que estamos preparando otros proyectos y mi buen amigo Pedro Gálvez, un gran hombre, honesto y buena persona, que al igual que Ángela me acompaña desde mi primera película como protagonista. 



Esta aventura tiene un peculiar comienzo. Por un lado Ángela y yo queríamos rodar una escena de lucha en un sótano o algo parecido, por otro lado a Diana y a mí nos habían estado ocurriendo "cosas" un tanto desagradables en el ámbito personal de la mano de ciertos personajillos que debido a su mediocridad pagaban sus frustraciones haciendo mezquindades desde perfiles falsos por internet.
Nosotros en lugar de hundirnos por las difamaciones y después de hacer las gestiones pertinentes decidimos seguir el dicho de: "Si te tiran piedras, haz un castillo con ellas", y de este modo juntar lo que nos había pasado y lo que estábamos maquinando Ángela y yo y contar en una historia lo que nos hubiera gustado hacerles a esas personitas en caso de que usáramos la ley del talión. 
De este modo Diana y yo desarrollamos una historia y con ella un guión.
Una vez teníamos el guión buscamos productora con la cual sacarlo adelante. 
Ángela nos presentó al director de cine Daniel Diosdado, al que le contamos nuestra idea y entusiasmado con el proyecto decidió apoyarnos con su productora, Nómada Films, para sacar adelante un nuevo cortometraje con aspiraciones a hacer la película.
Los protagonistas de esta historia seríamos Ángela y yo y contaríamos con Pedro para interpretar uno de los personajes. Diana aparte de dirigir también interpretaría un personaje clave en la historia.
Para completar el elenco de actores, en un principio teníamos a dos grandes amigos y habituales colaboradores, profesionales como la copa de un pino, que por diferentes motivos no pudieron quedarse con nosotros y nos vimos obligados a buscar actores en el último momento, encontrando a dos que harían un trabajo aceptable. 
Después de formar equipo artístico formamos el equipo técnico con un excelente grupo de profesionales, entre los que estaba Marco de Gregory, director de sonido con un premio Goya a sus espaldas, habitual colaborador de mis trabajos. 


Para la localización, como no encontramos un sótano que nos convenciese, rodamos en un estudio fotográfico que transformamos en sótano por tres días y tras realizar los ensayos pertinentes rodamos el cortometraje en un fin de semana sin ningún tipo de incidentes. 
Todo fue como la seda y la gente respondió como es debido. 
Una vez terminado el rodaje pasamos a la parte de posproducción y en ella contamos con nuestros queridos amigos de Scope Producciones que junto a Marco hicieron un trabajo brillante con el montaje y el sonido.
En estos momentos estamos terminando detalles para presentar nuestro trabajo en festivales y en breve presentar EL JUEGO DE LOS FALSOS, una historia de suspense y acción basada en hechos reales que a nadie dejará indiferente. 

Eso es todo por ahora. 

Hasta la próxima!

Alberto Hidalgo.


miércoles, 5 de marzo de 2025

La casa de Asterión

Hola a todos, soy Alberto Hidalgo y os doy la bienvenida a este blog!

Y la reina dio a luz a un hijo que se llamó Asterión.

APOLODORO, Biblioteca, III, I
Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales
acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no
salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito)
1
están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que
quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero
sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de
la Tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis
detractores admiten que no hay
un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es
que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada,
añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle;
si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la
plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el
Sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que
me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban
al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se
ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el
vulgo, aunque mi modestia lo quiera.


El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda transmitir a
otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la
escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está
capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra.
Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo
deploro, porque las noches y los días son largos.
Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro
por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra
de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas
desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a
estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración 
poderosa. 
(A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día
cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el del otro
Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes
reverencias le digo:
Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora
desembocamos en otro patio
o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora
verás una cisterna que se llenó de arena
o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A
veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las
partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un
aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres,
abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el
mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías
de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Esto
no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce
[son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero
dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol;
abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya
no me acuerdo.
Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo
mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro
alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin
que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres
ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de
ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor. Desde
entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se
levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo
percibiría sus pasos. Ojalá que me lleve a un lugar con menos galerías y menos
puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será
tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?
El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba un vestigio
de sangre.
- ¿Lo creerás, Ariadna? - dijo Teseo -. El minotauro apenas se defendió.
A Marta Mosquera Eastman

Eso es todo por ahora. Hasta la próxima!

Alberto Hidalgo.