lunes, 24 de abril de 2023

La chica de la verbena

 Hola a todos. 

Soy Alberto Hidalgo y os doy la bienvenida una vez más a este mi blog.

Os contaré un cuento en primera persona.
Algo que le contó el amigo de un amigo a mi amigo.
Era al comienzo de la primavera cuando la conocí. La chica de la verbena era bonita y agradable. Quizás no era la más atractiva pero su carácter cercano y sus buenas formas la hacían destacar. Le gustaba ofrecerse para lo que fuera, era muy servicial.


Trataba de acaparar todo el trabajo posible y se regalaba constantemente. En apariencia lo hacía de forma desinteresada y solo ella sabía el motivo real(dinero). La chica de la verbena era adicta al sexo y a la fiesta. Tenía un serio problema con eso. Pensaba todo el tiempo en sexo y se excitaba en cualquier sitio a cualquier hora, casi con cualquier cosa. Según ella misma, contaba que había sido muy "puta" en la vida. Había mantenido relaciones con muchos y muy diferentes hombres. También había tenido muchos novios. Al más reciente lo acababa de dejar. Coqueteaba con ideas perturbadoras respecto al sexo. También había tenido problemas con el alcohol y las drogas. En alguna ocasión había llegado a incomodarme con el tema. Por otro lado y dependiendo de con quien estuviera intentaba dar una imagen muy seria y formal. La chica de la verbena colaboró conmigo durante meses en una imprenta. Al principio todo era trabajo, pero con el tiempo, gradualmente, entre nosotros fue apareciendo el deseo carnal. Comenzamos a tontear, enrollarnos y meternos mano. Aquello ocurrió con toda naturalidad. La primera vez que hicimos el amor fue maravilloso. Cuando la tuve desnuda en la cama frente a mi fue como un sueño hecho realidad. Supongo que para ella no significó lo mismo. Quien sabe. La chica de la verbena y yo comenzamos a acostarnos con cierta regularidad. Nos divertíamos. Es más, llegó un momento en el que tuvimos mucho sexo constantemente. En la cama era muy dada a gozarlo como una loca. Nos entendíamos muy bien a nivel sexual. Ella solía gritar y retorcerse. Le gustaba probar cosas nuevas y tenía mucha experiencia. En la cama, como en el resto de menesteres era sensacional estar con ella. Según pasó el tiempo nuestra relación se fue haciendo más estrecha, más íntima y más sólida. Lo único por lo que no se consolidaba del todo era porque ella no quería. A pesar de que nos llevábamos de fábula y todo era maravilloso ella prefería mantener la situación personal nuestra bajo cubierta. El motivo en realidad lo desconozco, pero supongo que principalmente era a causa de que sufría delirios y apego afectivo por su última relación y eso combinado con su falta de decisión, de iniciativa y su inmadurez emocional provocó que nuestra relación estuviera estancada y girara en torno a sus devaneos mentales. Aquello era lo único negativo que teníamos y me produjo una profunda frustración, estrés y desasosiego. Estuvimos juntos durante meses, tiempo en el que nos conocimos en profundidad. Ella lo sabía todo de mí. Colaboramos juntos, hicimos de todo y nos amamos. Por mi parte ese amor era sincero y profundo. La mujer a la que más le he dado en relación al tiempo que estuvimos juntos y uno de mis más grandes amores en toda la vida. La chica de la verbena me abandonó una bonita mañana de invierno y me partió el corazón. Y la culpa fue mía por permitírselo. Pero la amaba tanto... La chica de la verbena tiró por tierra todo lo que teníamos juntos e intentó arruinar lo que estuvo en su mano. Habló mal de mí a terceros y desapareció. Fue entonces cuando nos mostró a todos una cara bien distinta. La de una mujer fría y calculadora, manipuladora hasta el extremo, retorcida y capaz de cualquier cosa. Su aparentes buenas formas parecían la máscara de una persona con serios trastornos emocionales que le resultaban imposibles de controlar. Su espíritu,  daba la impresión, no era más que el de una mujer insatisfecha por naturaleza incapaz de valorar todas las cosas buenas que la rodeaban, egoísta hasta la médula y cuya principal motivación era satisfacer su ansiedad por el sexo y sus delirios mentales recibiendo la aprobación de aquellos que estuvieran cerca. Lo último que supe de ella es que trabajaba como chica de alterne en el restaurante de un gran hotel en un país país de Asia. Nunca la podré olvidar. Para bien o para mal vivirá siempre en mi corazón. Ojalá todo hubiera sido de otra manera. Me hubiera encantado tenerla siempre a mi lado.
Todo esto ocurrió en aquellos años en los que lo justo parecía injusto y lo bueno malo. Tiempo de pre-guerra en la que la civilización caminaba incansable hacia su inminente fin.
Pero eso ya es otra historia. 

Eso es todo por ahora. 

Hasta la próxima!

Gracias por leerme. 

Alberto Hidalgo. 

sábado, 8 de abril de 2023

La vida del guerrero

 Hola a todos queridos amigos.

Bienvenidos a este mi blog.

En esta ocasión quiero hablaros de ciertas percepciones mías. 
La vida y la muerte. Dos caras de una misma moneda. Una no sabe existir sin la otra. Nacemos para morir, porque desde el comienzo es lo único que está claro. Algún día, tarde o temprano llegará. 
Por lo tanto ignorar la muerte es hasta cierto punto ignorar la vida y no saber valorarla. 
Yo pienso todos los días en la muerte. No la deseo, pero sé que llegará. 
Es por eso que vivo intensamente y trato de que cada día cuente. Todo lo que hago, lo hago con el corazón y por amor. Amor propio y al prójimo. Siempre de la manera más honesta posible. Mi mayor miedo es no atreverme a hacer lo que deseo. Porque la vida nunca se sabe cuando acaba. Y cuando acabe no quiero haberme dejado nada por hacer de lo que está en mi mano. Porque esta es la única manera de que la vida valga la pena.



Es por eso que soy artista. Que soy actor y maestro de artes marciales. Es por eso que soy novelista, guionista y productor. 
Es por eso que he viajado por todo el mundo, me he casado, me he divorciado, he tenido descendencia.
Es por eso que he escrito siete libros y he protagonizado una película de artes marciales...
Por otro lado está el sentido de la responsabilidad y el honor. Evidentemente hay cosas que nunca haría o nunca haré por responsabilidad y honor.
Por honor sería capaz de matar o de entregar mi vida si considerara que es necesario.
La mayoría de la gente no lo comprende, no lo comparte y dicen, por la educación recibida o la ingeniería social que les ha absorbido el cerebro, que esto es de cobardes o no lo respetan. Creo que nuestra sociedad necesita ver cómo alguien entrega su vida por amor o por principios, igual que hizo Jesús en el año 33 de nuestra era. Necesitan ver como alguien es capaz del sacrificio supremo por sus creencias o por los demás para poder entender y valorar la vida. Para que la manada sea consciente. Y sé perfectamente que la mayoría ni lo entenderá ni tampoco lo valorará. Pero sí ese 15% de la población mundial que está despierta y es capaz de ver lo que los demás no ven. 
Para bien o para mal los guerreros somos guerreros porque luchamos. El hombre y la guerra van de la mano desde el comienzo de la humanidad. Cierto que hay hombres de paz. Pero yo me parezco más a los samurái del siglo XIX, gente con gran potencial e iniciativa, capaces de cualquier cosa. Lo que aún no tengo claro es si me acabaré transformando en un hombre de paz y mi arma finalmente tomará un sentido simbólico o tendré que morir en batalla. 
Si leéis sobre el Japón del siglo XIX, una etapa interesantísima de la historia de esa nación, descubriréis que está escrita con sangre. Hubo muchas cosas buenas, desde luego. Una época de cambios como pocas, pero como la mayoría en la historia del hombre bañada en sangre. 
Mi vida no ha sido fácil. He tenido que pasar por un tortuoso camino hasta llegar dónde estoy. Por desgracia el inicio de esta nueva era mía ha comenzado mancillada por la traición y la maldad. 
Resolveré de la mejor manera. Pretendo resolver pacíficamente. Quiero olvidarme de todos estos temas y seguir adelante con mi vida. Pero si toca luchar lo haré a sangre y fuego. Y puede que esta situación me lleve por delante, pero desde luego yo no seré la única víctima. 
Puede que una manada de leones maten al Rey León, pero este antes de morir se llevará por delante a un gran número de enemigos. 
No hay miedo. No hay piedad. Los guerreros luchamos y vencemos o morimos en el intento. 
Por otro lado mi deseo es de paz. No quiero enfrentarme a nadie. Solo quiero seguir adelante con mi vida y le deseo lo mejor tanto a mis amigos como a mis enemigos. 
Yo no moveré ficha. Pero si se me ataca me defenderé con todo. 
No habrá victoria, solo diferentes niveles de pérdida y de derrota. 
Lo mejor es no remover las aguas. Mi intención es quedarme con lo bueno y olvidar lo malo.
Al final de todo, el resultado de lo acontecido será positivo. Por lo tanto es absurdo forzar una situación belicosa teniendo en cuenta tantas cosas buenas que han ocurrido. 
Aún así, si se me ataca me defenderé, desde luego que sí.
La vida nos pone a cada cual en nuestro lugar. Las experiencias nos enseñan y nos hacen más fuertes. Finalmente lo que tenga que ser será, no hay más. El karma es para todos. 
Feliz viaje a dónde sea que vayas. Que te vaya bien.

Esto es todo por ahora. 

Gracias por leerme.

Hasta la próxima!

Alberto Hidalgo.