Hola a todos, soy Alberto Hidalgo y os doy la bienvenida a este mi blog.
Somos arena. Somos viento. Somos polvo cósmico.
Somos
el resultado de nuestra historia. Somos sangre y vísceras de nuestra
carne. Somos sueño. Una quimera. Un producto de la imaginación de
un ser superior.
Se
supone que vivimos el momento más grande de la historia. Hemos
llegado a la culminación. No necesitarás nada y serás feliz…
El
ser humano. El mismo que en la actualidad se cree capaz de todo y se
siente en el más absoluto pedestal, incluso por encima de Dios, no
es consciente de que quizás se tambalea y marcha irrefrenablemente
hacia su propio desenlace.
Una
sociedad, en la mayoría de los casos, inconsciente avocada a su
propio final. Dominada por poderosos.
Sin principios morales.
Sin religión. Sin respeto. Amnésica.
Una
sociedad que estigmatiza la tradición, condena lo habitual y
destierra todos los valores que nos han forjado y han dado pie a que
lleguemos a la actual calidad de vida.
Hay
que tener en cuenta que nuestros actos tienen consecuencias y la vida
es efímera.
Ayer
tenía quince años y vivía con mis padres en Barcelona.
Hoy
tengo más de cuarenta y ya peino canas.
La
vida es demasiado corta como para perder el tiempo. Y eso, querido
lector, es precisamente lo que nos están robando, el tiempo.
Nos
entretienen con toda clase de tecnologías para que estemos ocupados
en banalidades y no pensemos, continuemos sin progreso. Nos convencen
para que no sigamos nuestro instinto natural, nuestra esencia.
Para
que evitemos hacer a toda costa lo que nuestros antepasados hicieron
durante miles de generaciones.
En
definitiva, para que no seamos felices.
Porque
el objetivo principal en esta vida es ser feliz, y la felicidad se
encuentra muchas veces en las pequeñas cosas: En una mirada amable,
en un día soleado, en poder hacer ejercicio, … Pero también se
encuentra en hacer lo correcto, y todos sabemos qué es.
Muchas
veces la vida es mucho más sencilla de lo que nos cuentan o nos
hacen creer.
Hacer
lo que nos marca la sociedad, ir contra natura en muchos sentidos y
protestar con la boca llena, como un niño consentido, eso solo nos
conduce a la destrucción.
Pero
mientras el mundo sigue girando. El espacio exterior sigue
expandiéndose y la gran obra sigue su curso. Imparable. Absoluta.
Nuestras
vidas son un instante. No somos más que un eslabón dentro de una
cadena. Sangre de nuestra sangre.
Somos
únicos sí, pero al mismo tiempo iguales.
Somos
carne, tendones y hueso. Vísceras, mucosas, … pero por encima de
todo, somos energía en movimiento.
Somos
espíritu inmortal. Somos un minúsculo puntito dentro del espacio,
microscópicos, que nacemos, crecemos y morimos en un suspiro, pero
ese suspiro lleva una vida entera.
Somos
nosotros quienes tenemos que decidir con qué llenar ese suspiro.
Dejar un recuerdo entre los nuestros. Una muestra de nuestra
existencia que no sea tan fácil de borrar.
En
mi caso, desde muy pequeño he tenido el irrefrenable impulso de
expresarme a través del arte, ya fuera este la escritura, la
interpretación, las artes marciales, etc…
Encontré
mi camino a los once años y desde entonces no he parado de andarlo.
Y
las cosas durante mucho tiempo no fueron fáciles.
Pero
cuando alguien quiere algo con todas sus fuerzas y trabaja y sigue de
manera constante en busca de aquello que desea al final, más tarde o
más temprano, las cosas suceden.
Cada
cual tiene que tener un objetivo en la vida y seguirlo. Construir en
pro de un sueño que te lleva a materializar aquello que deseas.
Pero
para conseguirlo el deseo debe de ser puro y debes caminar con
constancia en esa dirección. Y es fácil distraerse y salirse del
camino. Es muy fácil. Pero quien insiste se encauza.
Todo
lleva su esfuerzo en esta vida. Para bien o para mal nada es gratis.
Todo tiene su precio. Por más que nos digan siempre se paga de
alguna manera. Es por eso la importancia de expresarse con honestidad
y seguir tu propio camino sea como sea. Es de vital importancia
siempre y cuando queramos ser felices.
En
esta sociedad convulsa tenemos la opción, por ahora, de tratar de
llegar a nuestros objetivos. La cuestión es, ¿eres capaz de hacer
el esfuerzo necesario desde la constancia para alcanzarlo?
La
mayoría eligen el camino fácil. Victimizarse y culpar de sus
problemas a terceros. Pocos son los que desde la honestidad trabajan
y siguen trabajando al precio que sea por conseguir sus objetivos y
llegar al lugar que les pertenece. Al lugar donde desean estar.
Las
energías son muy importantes. El karma hace su trabajo. Si uno está
en armonía con el universo todo es más fácil.
Para
muchos su idea de progreso es aprovecharse de los demás.
Nada
funciona con dobles intenciones. Las cosas no son así. Cada cual
debe seguir su camino y si se puede caminar con alguien, por lo menos
una parte del trayecto, pues maravilloso. Pero sin dobles
intenciones. Sin engaños.
Solo
la honestidad nos dará la clave del éxito. Honestidad, trabajo
constante y preparación.
Ese
es el auténtico camino al éxito y la riqueza, tanto física como
espiritual.
Porque
si eres feliz con lo que haces, ya sea estando solo o bien acompañado
disfrutas de la vida. El resto de las cosas vienen por añadidura.
Todo
lo que somos. Todo lo que creamos y construimos empieza dentro de
nosotros. Nace de un pensamiento puro.
Piensa
en positivo. Crece. Cumple tus sueños. Siempre se está a tiempo de
empezar.
Esto no es más que una reflexión sin mayor intención que hacer pensar a aquellos que me lean.
Espero que haya sido de vuestro agrado.
Un fuerte abrazo queridos amigos.
Alberto Hidalgo.