viernes, 3 de marzo de 2023

La zorra y el masoca (ep4)

ES FICCIÓN! 


Hola a todos!

Soy Alberto Hidalgo y os doy la bienvenida a mi blog.

Para esta ocasión os tengo preparada otra historia de amor y de sexo de la serie de ficción La zorra y el masoca. 

Llegaron al parador de Segovia por la tarde, se registraron en el hotel y subieron a la habitación.
El lugar era espectacular, elegante, clásico y distinguido. Ella necesitaba descansar y desconectar de muchas cosas, es por eso que él eligió aquel sitio, un remanso de paz y comodidad que les permitiría desconectar del ajetreo diario.




La habitación era amplia, con una enorme cama de matrimonio y un cuarto de baño espectacular. 
Se pusieron cómodos. Ella pasó al baño. Él tomó asiento en una de las butacas frente al escritorio. Pasaron unos minutos y ella volvió llevando solo una camisa y un precioso tanga rojo.
Aquello hizo que a él le subiera toda la sangre a la cabeza. Se puso en pie sin poder controlar su cuerpo que fue hacia ella, la abrazó y la besó. Comenzó a acariciarla. Entonces ella le enseñó su "juguete" para noches solitarias. Un pequeño vibrador de color rosa. A él le sorprendió, nunca antes había visto uno tan de cerca. 
Se desnudó a toda prisa, la desnudó y la puso en la cama. A los pies de ella él la observaba. Era una mujer preciosa con un cuerpo para el pecado. El cuerpo de él, con su fibrosa musculatura se acercó lentamente y metió la cabeza entre sus piernas. Le encantaba el olor y el sabor de sus genitales. Ese bello púbico recortadito, castaño, que tapaba lo justo. Acercó sus labios y le besó el clítoris. Acto seguido comenzó a lamerlo con suavidad, a succionarlo y a darle placer con mucho cariño. Ella se estremecía. Le llamaba por su nombre. Él la agarraba del pecho. 
Ella le pidió ser penetrada y así lo hizo. Se colocó sobre ella y suavemente la penetró. 
Tuvo que contenerse porque tenía muchas ganas de hacerlo. Siempre tenía ganas de hacerlo con ella. 
Acariciaba y lamía sus pechos mientras la penetraba. Ella le pidió cambiar de posición y él aceptó.
Ella le hizo lo mismo. Lamió y chupó los genitales de él con gran deseo y placer. Para él aquello era lo más. Nunca nadie se lo había chupado así. Después se puso encima, se introdujo el pene en la vagina y comenzó a cabalgar sobre él.
Se abrazaban, se besaban. Él la agarraba por los brazos y le comía los pechos. 
Después de un rato él volvía a estar sobre ella. Entonces cogió el vibrador y mientras la penetraba comenzó a estimularle el clítoris con él. Ella le dijo que no se usaba así pero aquello la ayudó a llegar rápidamente al orgasmo.
No había mayor placer para él que verla llegar al orgasmo. Se sentía realizado. Ella gritaba como una bestia. Después él se puso manos a la obra y se corrió dentro de ella.
Después de estar un rato en la cama se vistieron y bajaron a cenar. 
Durante la cena ella le comentó que le gustaría ser penetrada por el culo y él le dijo que lo haría sin ningún problema. Ella tenía dudas al respecto, pero la curiosidad y el posible placer que le produjera aquello la atraía y la excitaba.
Cuando regresaron a la habitación volvieron a hacer el amor. En un momento dado ella quiso prepararse para ser enculada y fue al baño. Después de un rato no lo vio claro y prefirió seguir de forma tradicional.
Hicieron el amor durante más de una hora. Después se pusieron a dormir.
Al amanecer él fue al baño. Apenas había luz en la habitación.
Volvió a la cama y no pudo remediar el acercarse a ella y darle amor. Ella se volvió hacia él y tras un "buenos días" le besó en los labios. Ella iba en pijama. Él en calzoncillos. Le descubrió los pechos y se puso a comérselos. La desnudó suavemente y le volvió a lamer los genitales. 
Ella fue al baño y cuando volvió comenzaron a hacer el amor. Primero suavemente. después como salvajes. La llevó al orgasmo. Siguió dándole cera. La embestía con gran energía. La cama se balanceaba y golpeaba la pared al tiempo que ella gritaba como una loca de placer. Los vecinos de la habitación contigua comenzaron a dar golpes en protesta por el ruido matutino. Pero eso no les detuvo, es más, él también le dio dos puñetazos a la pared. La intensidad iba en aumento. Cada vez más fuerte, con más ganas. Finalmente llegaron al orgasmo. Un orgasmo que él sintió como si se le escapara la vida. Le había ocurrido otras veces con ella. 
Aquella mujer le daba un placer tan grande, le hacía sentir tanto que le resultaba difícil de explicar. Le nublaba los sentimientos. No comprendía cómo podía sentir tanto. Le llenaba el pecho de amor. Le llenaba el corazón de felicidad. 
Abrazados descansaron un rato en la cama. Después se vistieron y bajaron a desayunar. Pasarían el día disfrutando de La Granja. De la mano, llenos de cariño y de pasión siguieron adelante con sus planes de futuro.

Eso es todo por ahora.

Espero que haya sido de vuestro agrado.

Hasta la próxima!

Alberto Hidalgo.


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