domingo, 7 de mayo de 2023

Stigma!!!

 Hola a todos. 

Bienvenidos a mi blog.

Tengo una nueva historia para vosotros. O mejor dicho, tengo la continuidad de la última historia.
El día que salí del túnel para mi fue fiesta nacional. Ya no sentía dolor y pesadumbre, había conseguido deshacerme de buena parte de la toxicidad y el daño que me había provocado esa víbora.


Parte del veneno lo expulsé. La otra parte mi cuerpo la absorbió y la procesó. Gracias a Dios no llegó a matarme. Volvía a ver la luz del día. Ahora sí que podía continuar con mi vida. Me reuní con mis amigos y lo celebramos por todo lo alto. A la noche regresé a casa. Me di un baño caliente, me relajé en el agua como tantas veces había hecho (soy muy de baños) y después me fui a dormir. Aquella noche tuve un sueño. Me encontraba en un pantano sumergido en aguas cenagosas hasta la cintura. El fétido olor de las aguas hacía irrespirable el aire. Hacía un bochorno asfixiante. El ambiente era cálido y húmedo. Todo mi cuerpo estaba empapado en sudor o por la aguas cenagosas. El fondo era un lodazal. Comencé a caminar hacia la orilla de aquellas aguas oscuras y fétidas. Los pies se me hundían varios centímetros a cada paso. Seguí avanzando. Cuando estaba a punto de alcanzar la orilla noté algo entre mis piernas. Una presencia. De repente y a punto de salir del agua algo me mordió en la pierna izquierda por debajo del gemelo y por encima del talón. Fue como si varias cuchillas se pusieran en marcha a la vez. Como si una boca retorcida masticara mi carne por un momento. Sin parar el paso y tan solo con un mohín de dolor salí por fin del agua. Mire mi pierna. Estaba sangrando pero no era grave. Tenía varios cortes unidos haciendo un dibujo. Decidí volver a casa y currármelo con calma. Al fin y al cabo no me impedía de nada. Caminé por la hierva fresca. Comencé a sentir frío. De repente desperté. Estaba tumbado en la cama. Todo había sido un sueño. Estaba empapado en sudor y tenía ganas de ir al baño. Salí de la cama y fui a orinar. Mientras estaba en el baño noté un extraño escozor en la pierna izquierda. Por debajo del gemelo y por encima del talón. Me fui a rascar a tientas y noté que tenía algo. Al mirar descubrí que tenía una herida sangrante. Como hecha a cuchillo con trazos similares a los de los caracteres de la escritura oriental sin llegar a ser una palabra. Esa herida era el recuerdo perpetuo de mi estancia en el túnel. De la picadura de la víbora que permanecería en mi piel como un estigma para el resto de mi vida. Su existencia me recordaría un error que no debía de volver a cometer. Un aviso de que la próxima sería el final.  Desinfecté la herida y me coloqué un apósito. Por la mañana me puse a entrenar y seguí con mi vida sabiendo que esa marca eterna me recordaría los errores del pasado. 

Eso es todo por ahora. 

Hasta la próxima. 

Alberto Hidalgo. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario